Condenado (Todo alumno supera al maestro parte 2)

Stefan corría todo lo que le permitía su servoarmadura seguido por su escolta de guardias inquisitoriales. Acababa de llegar al campamento imperial donde estaban reorganizándose para embarcar hacia el próximo mundo que debían limpiar de la mancha del caos.

Mientas se acercaba a la tienda de mando del joven inquisidor pensaba en como Galvanus le había decepcionado y como todo parecía apuntar a que Tzeentch se saldría con la suya. Él que usaba al caos contra el caos, o al menos eso había creído siempre, había querido usar al elegido de Tzeetnch contra él pero de alguna manera Galvanus siempre había resistido el adoctrinamiento que él había intentado darle. Un día parecí escucharle y al siguiente estaba de nuevo envenenado por las palabras del oscuro Dios.

Debería haberle entregado a la Inquisición pero siempre tuvo miedo de que eso fuera lo que quería Tzeentch y por eso siempre esperaba lograr la redención del muchacho, pero se acabó ahora haría lo que debió hacer el mismo día en que el señor de la transformación le entregó al chico.



Tendría que se rápido, Galvanus tenía muchos aliados, aunque por suerte en ese campamento él tenía a un regimiento de guardias imperiales que le era fiel y que ya estaban informados de lo que allí ocurriría.

Cuando llegó al centro del campamento vio algo que le desanimó Galvanus charlaba con un enorme capitán del Adeptus Astartes, eran Guardianes del Cometa; un capítulo que siempre se había negado a trabajar directamente con la Inquisición y que ahora estaba con Galvanus, ¿cómo era posible? ¿estaba el capítulo corrupto? ¿los habría engañado Galvanus con su palabrería?

Stefan dudó unos instantes sobre si debía denunciar a Galvanus teniendo a un posible aliado tan poderoso, pero ya era tarde, Galvanus le había visto y le saludó con una sonrisa torcida. Le dijo algo al marine y se comenzó a acercar a Stefan. El marine se marchó.
Stefan suspiró tranquilo, por lo menos si desembocaba en un combate el marine no estaría allí.

- Saludos maestro - dijo Galvanus mostrando el falso respeto que siempre mostraba en público - ¿que alegría verle por aquí? ¿Significa que nos han destinado a la misma ofensiva?

- No, Galvanus - respondió Stefan - He venido aquí para juzgar un caso de herejía.

- ¿Herejía aquí? - preguntó Galvanus que se puso muy tenso al no poder acceder a la mente de su maestro debido a todas las protecciones que tenía puestas.

- Sabes bien a que me refiero, Galvanus. Te pedí montones de veces que te alejaras del camino que estabas tomando, te pedí que empleases el caos solo para investigar y averiguar como volverlo contra si mismo - dijo Stefan con la voz llena de pesar, hizo una breve pausa y continuó - esperaba poder salvarte como ya hice con otros extremistas que estuvieron a punto de pasarse la línea de la corrupción, pero fui un ingenuo, supuse que podría quitarle su elegido a Tzeentch.

Stefan desenfundó su pistola de plasma y apuntó a Galvanus.

- Por eso la Inquisición te condena a muerte - dijo Stefan abriendo fuego a la vez que sus hombres con sus rifles infiernos y de plasma.

Los impactos comenzaron a llover sobre Galvanus. Enseguida toda la zona se llenó de Guardias imperiales fieles a Stefan y de guardia inquisitorial y algunos marines de los Guardianes del Cometa fieles a Galvanus.

Cuando se despejó el humo de los impactos sobre Galvanus, el cuerpo del inquisidor estaba tirado en el suelo aunque obviamente se había protegido de alguna manera porque debería estar vaporizado por tantos impactos de láser y plasma.

Antes de que Stefan pudiera dar orden de disparar de nuevo una ráfaga de bolter impactó contra su servoarmadura.

Aléjate de él, traidor - chillo un sargento marine.

- Si defendéis a este hombre después de vuestras continuas negaciones a trabajar con la Inquisición es porque vosotros también sois traidores - fue la replica de Stefan a la vez que volaba la cabeza descubierta del marine de un certero tiro de plasma.

Las tropas de Stefan eran más numerosas, sin embargo, Galvanus tenía dos escuadras de marines espaciales y eso podía suponer una dura oposición.
No hubo más tiempo para dudar, los marines abrieron fuego a la vez que los hombres de Galvanus y los suyos propios. Stefan avanzaba entre los hombres abriéndose paso para llegar a Galvanus a base de plasma y hacha de energía. Cuando logró llegar al lado de su discípulo este ya estaba incorporándose.

Stefan puso la pistola en la cara de Galvanus.

- Podías haber sido mi mejor alumno, ahora despídet...

Stefan nunca terminó la frase ni apretó el gatillo pues su frase fue cortado por un grito de dolor al perder su mano derecha de un corte perfecto de una asesina callidus. Tenía la impresión de que era la asesina que él ordenó que vigilase todas las acciones de Galvanus.

- Stefan has sido un gran maestro, debo reconocer que sin tu adiestramiento probablemente nunca habría podido estar listo para mi papel en los planes de Tzeentch - dijo Galvanus - Ojalá hubieras aceptado las bendiciones del caos como un regalo y no una maldición contra la que luchar, podríamos haber sido imparables juntos.

Stefan se recompuso del dolor y se enderezó cual alto era.

- Nunca - exclamó y lanzó un descarga psíquica contra Galvanus que logró resistir aunque con cierto esfuerzo.

- Ahora me toca a mi, maestro

Galvanus comenzó a concentrar sus energías pero antes de lanzarlas contra el herido inquisidor una ráfaga de disparos le obligó a levantar un escudo psíquico.

- Corra Inquisidor - gritó su fiel Sargento - Debe vivir para informar de esto.

Stefan sabía ahora que no debió venir sin avisar a nadie, solo la inquisidora Rianna que estaba en los planetas gemelos sabía donde estaba él y porque; así que Stefan hizo lo único lógico, huyó.

La callidus dio cuenta de la escuadra que había salvado a Stefan y se empezó a dirigir a por el inquisidor en retirada.

- ¡Déjale ir, Tai! - gritó Galvanus - Es mi deseo que viva un poco más.

- Pero amo - replicó la Callidus - Él lo sabe todo sobre vos.

- Nadie creerá en la palabra de un loco extremista - dijo Galvanus girándose hacia el combate que seguía a su alrededor - Vamos, tenemos que terminar con sus aliados.

CONTINUARÁ...

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