Campaña de Rhelus Tau 04: Cuando las Sombras Atacan

Cuando el último de los acólitos murió, Voluptus lo supo. Había confiado en los Hijos de la Esperanza para que infiltraran a uno de sus hermanos hechicero en la ciudad y completase el ritual de invocación que les pondría la ciudad en bandeja pero los sectarios habían llevado al hechicero a un callejón sin salida y los arbites le destrozaron. Eso había sido un contratiempo pero aún así el Apóstol de los Portadores de la Palabra que dirigía la secta había insistido en que podrían completar el ritual sin un hechicero de Tzeentch y él aceptó pues no tenían forma de entrar sin empezar un asedio.

Nunca se lo perdonaría, el ritual había fallado y eso dificultaba su victoria. Aunque él podía traer a demonios menores al plano material necesitaba ese ritual para haber traído a los demonios más poderosos de la hueste de su maestro: horrores, aulladores, incineradores y quizás al propio Señor de la transformación Axtian.
Ya daba igual lamentarse había consultado a su oráculo y tenía que dividir a sus escasas fuerzas para vencer.

El oráculo gimoteaba como un perro apaleado mientras él se giraba hacia Odsou.

- Debemos darnos prisa en tomar la ciudad - dijo el hechicero - pues los marines espaciales o la flota Tau pronto podrán lanzar sus refuerzos sobre nosotros.

- ¿Pues a que esperamos? - dijo Odsou impaciente - Tengo a todas nuestras tropas listas para aplastar esa colmena.

- Hay un problema - respondió Voluptus tranquilo - Los Tau apenas lograron dañar a las fuerzas imperiales del espaciopuerto y ha salido su ejército mecanizado a reforzar la ciudad. Es necesario que los destruyas antes de que puedan llegar hasta nosotros.

- Entiendo - dijo Odsou - ¿Y tengo alguna posibilidad en esta misión o simplemente me mandas para no compartir conmigo el mérito de la victoria?

- Estoy por encima de esas cosas, Magister Odsou - dijo el hechicero con sus ojos ardiendo de ira - Te acompañará el príncipe Szerelem y sus tropas de la Guardia de la muerte.... También puedes llevarte a tus guardias personales

- Eso me tranquiliza, Primus - dijo Odsou con sarcasmo - Iré a preparar mis fuerzas y aplastaré esa amenaza por ti.


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El Consor Mefius, paladín hechicero de Tzeentch, observaba con curiosidad al humano que su maestro el Primus Voluptus había elegido como mascota. El psíquico autorizado se había presentado ante el ejército poco después de la victoria inicial en las llanuras de Praxis y se había reunido en privado con el propio Voluptus y el Margister Odsou.

Era un psíquico desertor de la guardia imperial que decía llevar soñando con los Adeptus Astartes de púrpura armadura desde hacía semanas. Era un hombre joven aunque sus múltiples cicatrices rituales del proceso de autorización le habían dejado marcas y completamente calvo y parecía más mayor. La fragilidad de los humanos siempre le había dado asco a Mefius que ya apenas recordaba su propia fragilidad que perdió hace más de 60 años cuando fue reclutado.

El Primus había dejado atrás al psíquico y a los marines más heridos, como el propio Mefius, para que terminaran de recuperarse y se reunieran con las fuerzas del Magister que les dirigiría para el asalto final. Deseaba con fuerzas estar en el asalto final y ganarse de nuevo la confianza de su maestro.

- ¡Ya vienen! - el grito del oráculo le sacó de sus pensamientos.

¿Quiénes vienen? - le preguntó Mefius.

- Las sombras - respondió - Vienen a matarme porque saben que yo soy una de vuestras armas.

Después de eso el oráculo cerró los ojos y se desplomó, inconsciente. Mefius resopló y ordenó a todos los marines que podían tenerse en pie que se equipasen y se uniesen a las dos patrullas que ya tenía en la zona dando la alarma ante cualquier mínima señal de peligro.

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Mefius suspiró aliviado cuando el último de los Tau cayó bajo un disparo certero de su bolter.

- Malditos xenos - murmuró para si mismo - Sus sistemas de camuflaje me han costado varios hombres... de no ser por el aviso del oráculo nos podrían haber matado sin mucho problema.

- No hay de que - dijo el oráculo, que ahora parecía más sereno y tranquilo - Consor Mefius, espero que ahora confíes en mi como lo hace el Primus Voluptus.

Mefius asintió.

- Supongo que si, que ahora puedo fiarme algo más de ti, oráculo.

- Pues entonces, ordenarás a tus hombres que se muevan hacia la ciudad - dijo el oráculo - Nuestro maestro nos necesitará cuando los Adeptus Astartes caigan sobre nosotros.

- ¿¡Astartes!? - se sorprendió Mefius - ¿Quiere eso decir que han acabado con los Tau en órbita?

- Si - respondió el oráculo - Y ya se dirigen hacia la ciudad cuyo escudo y primera muralla el Primus acaba de atravesar.

Mefius se puso su casco y dio las órdenes para que todos se movilizaran.

Relato basado en la Campaña de Rhelus del Sector Vedasto. Originalmente publicado en las Crónicas del Sector Vedasto

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